Mr.Big

Es una enfermedad crónica y degenerativa. Mr. Big -el snob- sabe cuando ella se va, cuándo regresa, cuándo descansa, con quién sale, qué zapatos lleva hoy y cuál es su perfume favorito. Mr. Big es una especie de mancha que nubla parcialmente su mente y por más que corre, está ahí, a la vuelta de la esquina con su sonrisa impecable y su pelo estudiadamente alborotado y disponible para un café seguido de un "lo siento". Nunca le vió un moco ni una caries, su coche nunca fue al taller ni preguntó por qué le habían cobrado algo de más en la cuenta de su restaurante favorito. Sabe que Mr. Big se ríe de sus novios, de sus pretendientes, se da el lujo de conocerlos y se vuelve a reir, en silencio, con esa sonrisa asesina. Cuando entre sosollos habla de él con sus amigas, dice que es una caca, pero ante él dice "eres un excremento".

Poeta activa

Cuando terminaron, le vino a la cabeza un poema de un español que era algo así como "¿te gustan mis ojos con rimel o sin rimel?. Grandes [le respondía él]. Se los dió y se fue a tientas".

En su versión, ella los envió en un frasco con formol a donde él vivía con su actual pareja. En el telediario dijeron que murió a los dos días a causa de una fuerte infección.

Los ojos, que siguen en el frasco al lado de la ventana, se mueven como bolitas de queso parmesano en su jugo. Es un poema, comenta orgulloso.

Los básicos del ligue

En el ligoteo de la noche, hay algunos clásicos que me gusta repasar:

El ligón de zapato brillante y camisa de rayas. Bebe las copas más caras y no come el picoteo que hay en barra, porque qué horror qué vulgar qué barbaridad. Es aburrido y cree que salir de noche es la continuación al trabajo "yo en mi trabajo..." "en la vida hay que manejarse con discreción y nunca mostrar tus cartas" zzz, bye.

Está el de el jersey de rombitos, calcetín gordo y peinado con gomina. Next...

El guaperas con camisa blanca abierta (también manejan la versión azul marino) -yo soy setsi, setsi, setsi- y el perfume de "one million". En la pista sólo baila la onda techno...o eso crees, hasta que en la tercera copa se pone a bailar como Bisbal. Corte y cambio: es un guaperas, no un guapo, novata.

El guapo de oh my God. Ese es gay, lleva chica, o está en el bar donde tú no estás. Ja-ja.

Por fin, en la masa un "normal", peeero a la tercera cita te das cuenta que es casado, tiene fobia a los ceniceros, se rasca el codo compulsivamente o se come los mocos.

Moraleja: no hay. ¿Hace falta tanto, para ser bello?.

Tentación

¡¡¡Anda cariño, muérdeme muérdeme!!!, sólo es una mordidilla inocente, venga, muérdeme...

No puedo y lo sabes. Deja de hablarme así, detesto que hagas un monólogo. Hace meses quedaste del lado prohibido, no me calientes la cabeza y deja de pensar por mi.

Pero gordis...yo sólo quiero darte placer, lo sabes.

No, me engañas. Vas de dulce y luego yo salgo perdiendo.

Su mirada se detuvo para observarle, ella le miraba casi con devoción. Tenerle en frente era la tentación más fuerte, más inquietante.

¡No puedo más!, dijo con angustia, cerró la nevera y dejó la tarta intacta.

El regalo

Había esperado casi un año para estar con ella. Ella se negaba porque, según sus primas, los hombres quieren lo que quieren...

Después de un año de espera, acordaron que no estaba mal pasar la noche con él, había cruzado la prueba de fuego. Un año no lo espera cualquiera, intuyeron que la quería.

-Ha sido maravilloso -dijo ella, visiblemente emocionada-
-¿Ves? te lo dije, cielo. Por cierto, te tengo un regalo. Lo he dejado en el coche, bajo por él y vuelo ahora.
-¿¡Un regalo!? gracias,cariño.Vale, te espero.

...y se durmió esperando.

Remedio casero

No soportaba más tener que maquillarse todas las mañanas, llevar tacones y estar pefecta a todas horas. Ahí las cosas eran así y estaban divididas en dos bandos: existías o pululabas sin que nadie te observara.

Retocó el peinado, abrió la ventana y se arrojó.

El secreto

Pasó la puerta de la disco más famosa de Madrid dejando la ráfaga de su perfume, quizá oriental. El camino de acceso, siempre aglomerado, parecía abrirse aposta para dejarla pasar, ceñida en su falda negra y tacones altos a paso firme.

Él la detuvo por un segundo, y al rozar con la yema de los dedos su brazo fino, su piel morena, pudo sentir el suave tacto ligeramente resbaladizo...debía ser consecuencia de algún aceite selectivo que ella se untaba como ritual diario. La imaginaba húmeda, con gotas de rocío, aplicando el aceite.

-Hola -se atrevió con voz temblorosa-, te pareceré un tonto, pero... me intriga saber cuál es tu secreto.

Ella tomó su mano y lo llevó con soltura al cuarto de baño...